Palabras del I. Q. Conrado Guadalupe
en la 17ª entrega de los premios de la Cultura Uruguaya.
El Secretario de la Fundación "Lolita Rubial" se dirigió al publico presente con estas palabras:
Muy buenas noches, Sr. Ministro de Educación y Cultura, Sr. Ministro de Agricultura y Pesca, Sr. Director Nacional de Cultura, Sra. Intendente de Lavalleja, Sr. Director de Cultura de Lavalleja, autoridades nacionales y departamentales, personalidades de la cultura, señoras y señores.
Supongo que se imaginarán que me resulta doblemente difícil referirme a Homero Guadalupe, al MAESTRO GUADALUPE como todos lo conocían, por la emoción que implica y por los lazos que me unen a él, pero la Directiva de la Fundación Lolita Rubial entendió que debía hacerse un homenaje y que tenía que hablar yo.
El MAESTRO GUADALUPE falleció el pasado 18 de mayo a los 92 años de edad, consagró su vida a la enseñanza con la convicción de que la verdadera libertad se logra con la cultura y el desarrollo del pensamiento.
Podríamos decir que fue un ejemplo ético de vida, con una envidiable juventud y energía, un luchador incansable que hasta pocos días antes de morir, casi sin energías y sin poderse incorporar, estuvo trabajando en la coordinación del Festival Nacional de Teatro Leído: “Del Buen Decir”. Unas de sus creaciones en el seno de la Fundación Lolita Rubial, para estimular la lectura y el trabajo en equipo en los jóvenes liceales. Actividad de la cual acaban de participar mas de 500 adolescentes de todo el país, teniendo su cierre con la actuación de 3 elencos en este mismo Teatro. Todo un éxito de motivación que demuestra que, si se quiere, con los jóvenes de hoy también se puede.
Quedó huérfano de padre a los 13 años y junto a su madre y 6 hermanos tuvo que enfrentar la pobreza que esta situación les provocó. Fue padre ejemplar de 2 hijos y esposo de Lolita Rubial a quien siguió amando y admirando hasta el último día de su vida, ella había fallecido el 22 de enero de 1990.
Estudió Magisterio en forma libre, ejerció en escuelas rurales y urbanas, siendo calificado con sobresaliente, hasta su destitución por la dictadura militar.
Fue director de escuelas de práctica y profesor de Didáctica en el Instituto de Formación Docente de Minas, formando varias generaciones de maestros y transmitiéndoles siempre un enfoque humanista e integral de la profesión.
Trabajó como maestro en el Hogar de Niños dependiente del Consejo del Niño, cargo al que renunció por discrepar con las autoridades del momento por el mal trato que se les daba a los menores.
Fue una persona de fuertes convicciones, que se caracterizó por tener ideas propias, las que aplicó coherentemente y defendió durante toda su vida. Creativo y exigente tanto consigo mismo, como con su personal docente y alumnos, no por dureza sino por un afán de superación y la convicción de que siempre se debe dar y hacer lo mejor que uno pueda.
En sus clases, los niños trabajaban en mesas colectivas y no en bancos, porque sostenía que el proceso de aprendizaje era con el maestro y con los compañeros, que debía estimularse el trabajo en equipo y la colaboración, y no la competencia descarnada. En sus clases no había calificaciones sino conceptos.
En sus escuelas los abanderados no siempre eran los sobresalientes, sino aquellos que de acuerdo a sus capacidades realizaban el mayor esfuerzo en el aprendizaje, aunque su resultado final no fuera el sobresaliente.
Alentó y promovió la educación física en las escuelas en las que trabajó, no como elemento de competencia, sino con un carácter formativo, estimulando el jugar y el participar por encima de la obtención de triunfos.
Fue dirigente sindical del magisterio de Lavalleja y de la Federación Uruguaya del Magisterio.
Fue puesto preso y torturado por sus ideas y por defender en todo momento a los mas desposeídos. A sus 89 años de edad, con la valentía que siempre lo caracterizó, preocupado por contribuir al conocimiento de la verdad, e indignado por el manto de silencio reinante en su ciudad referente a las atropellos cometidos por la dictadura, contó todos sus padecimientos en las detenciones arbitrarias y las terribles torturas que sufrió en el cuartel de Minas, en un brillante reportaje que le realizara en noviembre de 2008 para el Semanario BRECHA, la entrañable periodista, recientemente fallecida, María Esther Gilio, hoy también homenajeada aquí hace unos momentos.
Participó y promovió múltiples actividades culturales, hasta que en Agosto de 1990, pocos meses después de fallecer su esposa Lolita nos propone crear una Fundación Cultural en su memoria, utilizando como capital inicial sus ahorros, con el objetivo de recuperar la diezmada actividad cultural de Minas, la que en el pasado supo ser un referente y un lugar obligado de visita para intelectuales uruguayos y extranjeros. Cinco años después en el seno de esta institución se crea este Premio MOROSOLI para reconocer y homenajear a las personalidades del quehacer cultural del Uruguay, muchas veces desconocidas o ignoradas, y del cual hoy estamos recorriendo la decimoséptima edición, además de un sin número de actividades que no es posible detallar aquí, pero que abarcan la creación de dos museos, concursos y premios nacionales e internacionales, ediciones de libros, festivales, etc.
Asumiendo la responsabilidad y el desafío de su legado, con emoción y orgullo desde la Fundación Lolita Rubial al MAESTRO GUADALUPE le decimos: PRESENTE, y a todos ustedes les deseamos que sigan disfrutando intensamente de la decimoséptima entrega de los PREMIOS MOROSOLI: Los premios de la Cultura Uruguaya, sabiendo que para él estas instancias eran motivo de gran felicidad y plenitud.
Fundación "Lolita Rubial".
26 de noviembre de 2011